El proceso de duelo es una serie de etapas por las cuales se ha de transitar al momento de experimentar una pérdida. Todos los seres humanos a lo largo de nuestra vida, nos veremos inmersos en situaciones que representen una pérdida.
Según la tanatología existen diversas formas de clasificar las pérdidas:

• Pérdidas de vida
• Pérdidas de aspectos de sí mismo
• Pérdidas de objetos y oportunidades
• Pérdidas emocionales
• Pérdidas evolutivas

Como seres sociables necesitamos de los otros para desarrollarnos satisfactoriamente a través de los vínculos afectivos, cuando estos se fracturan, los individuos transitan por un periodo con gran carga emocional conocido como duelo.
Si la persona se siente incapacitada para enfrentar la pérdida y superarla, se desarrollará un duelo patológico, es cuando se requerirá de la intervención y acompañamiento psicológico, ya que todas las dimensiones llegan a verse afectadas. (Física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual)
El proceso de duelo se presenta siempre que haya una pérdida significativa; la forma en que se interpreta es la forma en que se comprende dicho proceso, aunado a la propia experiencia, los aprendizajes, así como la personalidad, modificarán la respuesta al duelo.
Se sabe que no todos los procesos de duelo requerirán de la intervención de un profesional de la salud mental, así como que la mayoría de las personas se adaptan y superan la pérdida o separación, gracias a sus recursos internos. Sin embargo, el afrontamiento de la pérdida en ocasiones representará un proceso complejo que separará al individuo de su conexión afectiva y emocional.

¿Cómo identificar un proceso de duelo patológico?

• Se caracteriza por la intensidad y duración de las respuestas emocionales.
• Falta de respuesta y prolongación del embotamiento
• Emociones intensas: rabia, resentimiento, tristeza o culpa
• Cambios radicales en el estilo de vida
• Impulsos destructivos y autodestructivos
• Abuso de drogas, alcohol u otras adicciones.

La tarea del psicoterapeuta será el acompañar y dirigir al paciente hacia la aceptación de la pérdida tanto racional como emocionalmente, y así, asumir que la vida será diferente a cómo se concebía antes de la pérdida.

“Agradece el tiempo y las experiencias vividas. No te centres en lo perdido,
alégrate por lo aprendido”

Martha Olivia Tena Juárez