TERRORES NOCTURNOS, EPISODIOS COMUNES EN LA INFANCIA
Ser padre siempre resulta una tarea desafiante, en el proceso de educar, cuidar, amar y proteger a un niño o niña, existen diversas situaciones que convocan a cada padre y madre a mantenerse informado y listo para poder enfrentar cualquier cosa, desde un hueso roto, acoso escolar o simplemente cubrir sus necesidades básicas; sin embargo, hay fenómenos que suelen ser mucho más complejos por abordar, debido a su naturaleza desconocida, tal es el caso de los terrores nocturnos, fenómenos que aparecen durante la noche, y que rompen la tranquilidad del sueño y descanso de nuestras infancias.
Si observamos la definición de la clasificación internacional de enfermedades, el CIE 10, encontramos lo siguiente:
“Los terrores nocturnos son episodios de terror con gritos, llanto o movimientos intensos durante el sueño, principalmente en niños. A menudo, son difíciles de despertar durante estos episodios y no recuerdan lo ocurrido al día siguiente. Estos eventos suelen ocurrir durante el estado de sueño no-REM y pueden estar asociados con una fase parcial de despertar. “
Como observamos en esta definición, se muestran los síntomas más característicos, pero no se aborda una perspectiva causal, más allá de reconocer que son trastornos del sueño, muchos de los tratamientos entonces están enfocados a mejorar las condiciones y calidad del sueño, técnicas de relajación o de higiene del sueño son en sí mismo un tratamiento propuesto para dichos terrores.
No obstante, sería un poco absurdo creer que, de manera aleatoria, por destino, mala suerte o casualidad un niño padece de esta condición, la realidad es que, aunque este trastorno suele hablarse desde una perspectiva muy sencilla, (la alteración sueño-vigilia) la práctica clínica demuestra que hay algo más detrás.
La psicoanalista francesa Françoise Dolto, a través de sus innumerables análisis con niños, sugiere que los terrores nocturnos pueden ser una proyección de la agresividad del niño en diferentes etapas de su desarrollo, así como una manifestación de la angustia infantil.
Según Dolto, los terrores nocturnos son una expresión de las dificultades del niño para manejar sus emociones y miedos. Por ejemplo, el miedo a la separación, la angustia que el niño experimenta al imaginarse vulnerable y abandonado sin sus padres (pese a que estos sean figuras de protección), el encuentro que el niño experimenta con su realidad de ser impotente ante ciertas demandas de sus necesidades, dependiente de los adultos, van a generar un terror inconsciente a quedarse sin apoyo, en estos conflictos inconscientes, el niño lucha con deseos y sentimientos prohibidos.
Por ejemplo, ante el nacimiento de un hermano, su deseo de que no exista y seguir siendo el centro de atención de los padres o ante otros niños que representan una competencia por la sobrevivencia, o simplemente las exigencias del mundo exterior, cuyos recursos en desarrollo aun no le son suficientes para cubrirlos, todo esto provoca dificultades para manejar emociones intensas, como la rabia o la tristeza.
Otros autores como Sigmund Freud, en su obra “La interpretación de los sueños” (1900), considera que los terrores nocturnos son una manifestación de la ansiedad infantil relacionada con la separación de la figura materna. Melanie Klein, enfatizó la importancia de la relación madre – hijo en la formación de los terrores nocturnos. Según ella, los niños pueden experimentar miedo a la separación y abandono. Donald Winnicott, por su parte, enfatizó la importancia del “objeto transicional” (un objeto que proporciona consuelo) en la superación de los terrores nocturnos. Erik Erikson, relacionó los terrores nocturnos con la etapa de desarrollo psicosocial del niño, específicamente con la fase de “confianza vs. desconfianza”. Bruno Bettelheim analizó los terrores nocturnos en relación con la lucha del niño por establecer su identidad y separarse de la figura materna.
Por lo anterior, podemos concluir que los terrores nocturnos pueden devenir de sentimientos y fantasías infantiles más profundas, por lo que en muchos casos el tratamiento en mejorar la calidad del sueño no será suficiente y se tendrá que acudir a un especialista.
Por ahora, dejamos para ti algunas recomendaciones que puedes seguir si tu niño o niña o bien algún familiar están atravesando por esta situación:
- No juzgar ni calificar de exagerado al niño: Es importante escuchar al niño sin juzgarlo y hacerle saber que todos tenemos pesadillas o temores que nos angustian.
- Dejar una libreta y un lápiz a su alcance: Esto puede ayudar al niño a dibujar sus pesadillas y así dominarlas, además, servirá más adelante como elemento de análisis durante su tratamiento.
- Habituación a la oscuridad: Ayudar al niño a superar su miedo a la oscuridad mediante juegos o elementos que inspiren confianza.
- Presencia de un objeto tranquilizador: Un objeto como un peluche puede ayudar al niño a sentirse protegido y no solo.
Si bien es cierto que los terrores nocturnos son una condición común de la infancia, puesto que todo niño posee retos en su desarrollo que despiertan sentimientos de angustia, cabe aclarar que es importante recibir una asesoría psicológica por un especialista para asegurarse que se esté atravesando dichos retos de manera natural, con una angustia razonable, puesto que de no ser así será ideal que el niño y sus padres puedan recibir un tratamiento oportuno.
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